En el marco de la investigación ‘Construir y Habitar la Escuela’, financiada por la Vicerrectoría de Investigación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el equipo de trabajo compuesto por el profesor Guillermo Marini, argentino y filósofo; Hugo Mondragón, arquitecto e investigador responsable; Camila Osorio, magíster(c) en arquitectura UC; y Javiera Rodríguez, magíster en arquitectura UC, desarrolló un prototipo de aula escolar para periodos en pandemia.

El Covid-19 ha tensionado los sistemas escolares del mundo de un modo inédito. Los cierres de las escuelas durante la primera mitad de 2020, la incorporación forzada de tecnologías para la educación a distancia, y las incertidumbres respecto del regreso a clases en 2021, entre otros factores, han puesto en el centro de la discusión la relación entre presencialidad, infraestructura escolar y calidad de la educación.

El consenso internacional señala que hay aspectos presenciales de la educación que son irremplazables y que contribuyen al desarrollo integral de todos los niños y niñas. Por ello, la legítima presión por el regreso progresivo a clases demanda que todo el espacio escolar, en particular el aula, ofrezca garantías de seguridad, calidad, flexibilidad y equidad. Es decir, que tenga la capacidad de acoger las necesidades pedagógicas de todos los estudiantes en un ambiente que logre prevenir los riesgos de la pandemia.

Es por esto que se presenta este prototipo como una primera propuesta que busca generar un debate en torno a la relación entre arquitectura y educación, asumiendo el contexto actual de pandemia como una oportunidad para revisitar cómo se piensan, se diseñan, construyen y habitan las escuelas. En este sentido, se trata de un prototipo pedagógicamente flexible y arquitectónicamente adaptable, que contribuye a explorar un lenguaje común entre quienes desarrollan su trabajo -y su vida- en torno al aula escolar.

Considerando que actualmente las aulas en Chile reciben a un promedio de 40 alumnos, para esta propuesta se propone organizar el tiempo escolar en dos jornadas -una en la mañana con 20 alumnos y otra en la tarde con otros 20 – o en turnos de 20 al día. Por otra parte, se propone que estas nuevas unidades de aula puedan recibir a grupos de escolares, ya no según sus edades, sino sus grupos familiares o proximidad dentro del barrio, es decir, hermanos y vecinos.

El aula propuesta como un ecosistema de aprendizaje se estructura en base a las actuales normas de distanciamiento social de la OMS, incorporando también aspectos complementarios como ventilación cruzada natural, luz natural, bancos de diversos tamaños, pizarras móviles, distintas texturas y colores que señalan la distancia social de un modo intuitivo, alfombras sanitizantes, baños universales, oficina de profesores, espacio lúdico, vegetación interior y patio.

Este último ha sido proyectado como un espacio poroso que supera el límite habitual ‘adentro-afuera’. Además, incorpora vegetación nativa y un sistema de paneles móviles, los cuales permiten unir todos los patios de las aulas contiguas en tiempos sin pandemia, o cerrarse para conformar patios individuales en épocas de pandemia o posibles rebrotes. Es así como el aula se concibe como una unidad autónoma que facilita la trazabilidad y reduce la propagación viral.


Red: Chile

Escrito por: Camila Osorio y Javiera Rodríguez

Enviado por: Guillermo Marini

Chile | Prototipo para un Ecosistema de Aprendizaje para Tiempos en Pandemia