Ideas sobre las redes de la diáspora y sus países de origen
El desarrollo de la ciencia es inherentemente internacional y no conoce fronteras. Esto se ha visto favorecido por la creciente movilidad de los científicos a lo largo de los años y, más recientemente, por su creciente capacidad para interactuar electrónicamente. Si bien la movilidad ha enriquecido la empresa científica, también ha contribuido al fenómeno conocido como fuga de cerebros, en el que personas educadas y altamente calificadas optan por emigrar a países más desarrollados, a menudo en busca de mejores horizontes. Se han desarrollado políticas para mitigar (circulación de cerebros y vinculación de cerebros) y revertir (ganancia de cerebros) el desequilibrio creado entre los países en desarrollo y los industrializados. Estos esfuerzos y sus efectos se describen en la literatura especializada. Muchos científicos que no regresan a su país de origen optan por establecer colaboraciones y participar en redes profesionales de compatriotas. La masificación de la conectividad electrónica ha sido clave para reunir a los científicos de la diáspora y sus colegas en sus países de origen, contribuyendo así al desarrollo de comunidades globales.
Autor: Horacio G. Rotstein